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(c) "Los Ángeles Locos", Tenacatita, Jal. Dic.
2009 |
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Esa mañana llevaba un rato fotografiando aves a la orilla
del mar. No soy ni siquiera un fotógrafo
amateur, pero me gusta tomar la cámara y disparar a lo que aparentemente veo. Es una forma de hacerme un espacio y hacerme
del cuadro. De darle un toque personal
al paisaje, a las cosas, a las personas a través de la manipulación exagerada
del zoom de las
máquinas-de-hacer-fotos. Es una manera
de adentrarme en el paisaje buscando detalles, sombras, conjuntos desde la distancia. Con los pájaros en pleno vuelo el asunto es
algo complejo. Se trata, además de
observar, de intentar interpretar el vuelo.
Adelantarse al aleteo, como si tal cosa fuera posible. Se trata de observar y construir
historias. De capturar al ave en un
momento para paralizar su vuelo en una imagen.
Vanesa dice que tengo cierta fascinación por los pájaros. Quizá sea que les tengo celos, pienso. A esta ave ya le llevaba registro de su
esfuerzo por cazar alimento. La venía
siguiendo y logré capturar el momento en la que, supuse, se alzaba triunfante
con su presa en pico. Pero resultó una
gran apariencia. No capté lo que suponía. La imagen fue altamente reveladora: tampoco capté
un momento en el que cangrejo se
desprende de una de sus patas para liberarse de su depredador. Capté el
momento, el instante, el espacio mínimo, minúsculo entre el
fin de vida asegurado y una nueva oportunidad para reiniciar la historia. El ave pasó a segundo término, el cangrejo
suspendido en el tiempo también. Me hice de el- espacio: ahí está esa
poquísima distancia entre cazador y presa, esa breve apertura entre el pleno
vuelo y la suspensión, entre la caída libre y la liberación.
1 comentario:
¡Qué hermoso! Sigue construyendo historias, nos haces falta ;o)
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