sábado, 9 de julio de 2016

Café Turco

CAFÉ TURCO

José Hamra Sassón
Exsilium, julio de 2016

Suspendido en el tiempo, que no desborde.  Suspendido, inquieto.  Calor hasta al instante previo.  Llanto contenido.  Con la mirada cristalina apuntando al fondo.  Amargura asentada.  Intragable.  Intratable.  Asentada, presente.  Desechable y perpetua.  No, no hay presente.  Sacia el impulso de revolcarse en ella.  Amargura que se bebe.  Que repliega, atraviesa.  No endurece.  Perdura.  Se mantiene tristeza.

Amargura que no se lee para no despertar recuerdo ni pena.  Los profetas lo prohíben.  Desecha cualquier atisbo.  Erradícala.  Quizá así la mancha a la sangre ceda.  Escóndela tras tu sonrisa con la que dibujas nuestra dulce nostalgia.

Tantas veces te vi frente a la hornilla sin que me veas.  Un cigarro en la boca, el pocillo cobrizo, agua, una o dos cucharadas de amargura.  La remueves hasta que parezca que fluya.  Lágrimas hasta el borde de la mirada.  Las retiras.  Una y una segunda vez hasta que la pesadez se asienta en el fondo.  Alejar la amargura de la bulla aunque ésta insista.  Algo, un poco, pasa.  No siempre se puede.  Un vaso, soledad de uno, y el diario interminable que se repite sin ofrecer novedad alguna.

Bebes y fumas.

Trago tras trago tras trago.

Trastrago.

Trastrago…

2 comentarios:

Unknown dijo...

Instrucciones de uso: escuchar mientras lees https://www.youtube.com/watch?v=0adwx5hDcVs

Mirar sin ser mirado, el sueño del voyeur, o quizá no. Mirar desde la protección de saberse inadvertido. Mirlo que anida en alguna parte de las trasnochadas ideas.
A veces los otros nos miran por el rabillo del ojo: se saben mirados pero no aciertan a decir nada que los delate porque no saben cómo se llama eso amargo que devuelve el mágico asiento, porque sus presagios y prestigios no son necesariamente maravillosos.
Esa forma de mirar José, puede ser desgarradora de tan aguda y tan entrañable, para ambos extremos de la mirada. Ante ella no hay mucho qué hacer, quizás preservar la rutina familiar que tal vez es la única a la que se puede apelar para contener la precisión del lazo pasado-presente-futuro, donde persistes.
Esa mirada construye un puente que no atraviesa la distancia, sino que separa, siempre y cuando esté sostenido por una pregunta. ¿Cómo se formula esa pregunta? Así, preguntando.
Al final, posiblemente importe más la pregunta que la respuesta.

José Hamra Sassón dijo...

Gracias Vero por musicalizar la melancolía. Y gracias por poner el énfasis en esa pregunta que no tiene una respuesta. La rutina se preserva como síntoma del lazo, sólo que al ritmo de Piazzolla. Dice el que subió Oblivion a YouTube que, cito, 'Astor piazzolla (sic) fué (sic) un músico contemporáneo argentino duramente criticado por sus tangos a los que calificaban como "asesinatos".' Paradojas que hacen del puente un espacio extraño.