Presentación
del libro
Cinco
Modos
para
deshacerme de mi hermanito
de Tamar Cohen
14
de abril de 2013
Centro
Deportivo Israelita
José
Hamra Sassón
Tamar Cohen, Tammy, vuelve a
las andadas con Cinco modos para deshacerme
de mi hermanito (ilustraciones de Valeria Gallo, Editorial
Castillo, 2013). Al igual que en su
libro anterior, la novela para niños Papás
bajo la lupa (Nostra Ediciones, 2009), repite la dosis al ofrecernos un
nuevo tema, igual de provocador y políticamente incorrecto, donde ilumina los
lados oscuros que habitan las relaciones humanas, particularmente las
familiares.
Cinco modos es
un libro “peligroso” por tratar los celos de Bruno hacia su recién nacido
hermanito sin pintarlos de rosa, justificarlos o corregirlos. Sebastián es para Bruno una amenaza real y
presente que le destruye el orden establecido tras ocho largos años de haber
sido el hijo único de papá y mamá. Más
aún, la llegada de Sebastián, que al que le dice la Cosa Fea, no puede venir en peor momento: Bruno busca hacerse de
un lugar como delantero en el equipo de futbol de su barrio, los Pumitas de la
Colonia Azotes. Es cierto, Bruno
literalmente se azota con Sebastián.
Cinco modos es
una lectura divertida. No nos va a decir si es bueno o malo que Bruno quiera
comerse a su hermanito o enviarlo a la luna y más allá. Al contrario, el libro que escribió Tammy
muestra con absoluta sencillez y claridad los sentimientos encontrados que
tiene Bruno. El cuento de que los niños
van a querer a sus hermanos por el simple hecho de haber nacido de los mismos
mamá y/o papá es precisamente eso, puro cuento.
Quiero
entender, como sucede en la relación de Bruno con Sebastián, que las relaciones
entre hermanos se construyen con el paso del tiempo en un estira-y-afloja
constante: por un lado los hermanos se identifican por tener el mismo origen,
por el otro buscan diferenciarse a toda costa de ese otro que es casi casi su idéntico. Para Bruno establecer esas diferencias no es
fácil cuando desde el primer momento papá y mamá le dicen que Sebastián es
igualito a él, empezando por la nariz. Sus
amigos insistirán en alimentar esa relación fraterna.
A
Bruno le cuesta comprender esos sentimientos que vagan entre el amor y el odio. Mientras entiende de qué se trata tener un
hermano, Bruno va y viene de la realidad a la fantasía, acompañado del sentido
del humor que caracteriza a la escritura de Tammy. El drama
que vive Bruno en la realidad, coquetea con la tragedia en la fantasía y se inscribe en los fundamentos de lo que
llamamos “cultura occidental”. Por un
lado, la tradición judeocristiana nos regala las relaciones entre Caín y Abel,
Esav y Jacob, y José y sus hermanos.
Relaciones de amorosa hermandad donde los personajes compiten, se engañan,
se venden, se alejan y se matan. Por su lado, la mitología romana inicia con
la historia de Rómulo y Remo, hermanos amamantados por la loba que los
adopta. Llegará el momento en que el
primero mate al segundo porque se pasó de la raya y cruzó, lo que hoy en día
sería, su lado del sillón. Las
relaciones fraternas entre los dioses griegos son un tanto más complicadas, al
grado de que Zeus se casó con su hermana Hera.
Desde la trinchera de Cinco
modos Tammy retoma el viejo pleito entre hermanos, lo actualiza con la
maestría de no imponernos un marco moral y la hace digerible para niños y
adultos. La bíblica respuesta-pregunta de
Caín -¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?- revolotea entre
líneas. Tammy señala e indaga en las
sensaciones y cuestionamientos de Bruno, los presenta tal y como son. Muestra a un niño sensible y sumamente
consciente de cómo se le arruinó la vida al dejar de ser el único hijo de su
familia y cómo su hermanito le cambió la vida a todos los demás.
Una referencia inmediata a Cinco modos la encuentro en el libro Cambios (FCE,
1995), de Anthony Browne, quien ilustra cómo un niño percibe la realidad
cambiante ante la inminente llegada de su hermanita: el ambiente de siempre es
extrañamente diferente porque algo
está pasando afuera que no logra asimilar por completo. Esa incertidumbre se proyecta en la
deconstrucción fantástica de la realidad material. Como niños no entendemos bien a bien qué pasa
y como adultos muchas veces no vemos esos cambios que probablemente
experimentamos porque simplemente los hemos cegado desde el estandarte del
deber ser, de cumplir con expectativas que pueden resultar huecas y absurdas. De alguna forma lo dice Tammy cuando Bruno
platica con su tía Mónica sobre la pirita, una piedra semi-preciosa que brilla
como el oro. Este diálogo nos dice lo
que sabemos de cajón: no todo lo que
brilla es oro. Y nos muestra también
otra cara: no todo lo que vale es oro.
El asunto aquí es el valor que le otorgamos
a las cosas, el significado, que en
términos de Janne Teller, autora del libro Nada (Seix Barral, 2011), se trata de
“encontrarle sentido a la vida”.
Así,
las intenciones de Tammy se cumplen. Cinco modos para deshacerme de mi hermanito ilumina
esas grietas donde residen los celos de los niños. Las expone sin pudor ni temor a la
censura. La interpretación de Valeria
Gallo, la ilustradora, acompaña de la mano a la escritura: detrás de Bruno se proyectan
feroces sombras que son rescatadas de la oscuridad para expresar crudamente los
celos que siente por su hermano Sebastián, esa tierna y asquerosamente cariñosa
Cosa Fea.
Lean el libro. Se
van a divertir. Los niños y niñas lo van
a disfrutar. Y advierto, el mensaje, que
lo hay, seguro no es patear a sus hermanitos.
Para los papás y las mamás es una oportunidad para repensar las
relaciones entre hermanos, pero también entre padres e hijos. Sin duda Cinco
modos es un libro abierto para que sus lectores se sorprendan y echen a
volar su imaginación. Es una invitación
para no abstraerse de la realidad, sino para hacerse de ella desde la
percepción subjetiva y legítima de cada lector.
2 comentarios:
Increíble que mi libro te llevó a tantas reflexiones. Y pensar que cuando uno escribe no tiene ni idea de todo ese trasfondo...
Es un halago leerte de nuevo.
Tammy
Tu cuento invita a la reflexión. He leído mucha literatura para niños, una oportunidad única que me da el leer con mis hijos. Tu cuento se encuentra entre los pocos que resaltan por saltarse las trancas del deber ser. Me atrapó y me llevó a reflexionar sobre el tema (tan cotidiano que pasa desapercibido) en automático. Como adulto, como niño y como hermano. Gracias a ti por tu comentario, pero la reflexión fue detonada por tu libro. Como lo platicamos en su momento, el escritor escribe un escrito (la redundancia triple es válida) pero las lecturas son tan diversas como sus lectores. Te felicito a ti por tu escritura, la de niños y la de adultos, porque en tu versatilidad, su característica es, como justamente la auto-defines, alumbrar las partes más oscuras, las que son muy difíciles de aceptar, e incluso ver. Lo haces de una forma muy sutil, sin querer queriendo. Desde mi humilde opinión, eso requiere de una maestría especial. Gracias también por tu confianza para abrirme el espacio y compartir conmigo ese momento.
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