Fútbol en Jerusalén: El juego por la democracia
israelí.
Por José
Hamra Sassón
El fútbol es la metáfora de todo
lo demás.
Eduardo Galeano
Calentamiento
“El fútbol es lo más importante entre las cosas menos
importantes”. La frase es de Jorge
Valdano, quien fuera campeón con la selección argentina en el mundial de México
86. De botepronto, jugando con las
letras futboleras, se cruzan las patadas escritas por Galeano y nos obligan a
relativizar la importancia de las cosas menos importantes. Haciendo una pared, podemos regatear las
metáforas que nos regala el fútbol cuando saltan a la cancha identitaria dos ideas con las que Israel se mira a sí misma.
Confrontar a dos equipos
asentados en Jerusalén “la dorada”, que juegan en el estadio Teddy Kollek,
promete para los siguientes minutos de lectura un intercambio de toma y daca. Dos visiones identitarias, dos formas de
entender la identidad israelí y de construir ciudadanía con sistemas de juego
contrarios. El resultado final de la
metáfora que se acabe imponiendo marcará el futuro de la democracia israelí. El fútbol, señoras y señores, es, a veces, un
vehículo para hablar de lo más importante.
Los dos equipos saltan a la cancha. Por la derecha el legendario Beitar Trump Yerushalaim enfundado en su
tradicional uniforme, negro y amarillo.
(Sí, leyó usted bien: desde mayo de 2018 el equipo de futbol más famoso
de Jerusalén incluyó en su nombre el apellido de quien ocupa actualmente la
presidencia de Estados Unidos). Por la
izquierda, con la playera a rayas rojas y negras, un equipo modesto y que atrae
reflectores por su particular naturaleza: el Hapoel Katamón Yerushalaim.
Primer Tiempo
El Beitar Trump
Yerushalaim (BTY) fue fundado en 1936 como parte de las juventudes del
movimiento “revisionsita”, opositor y crítico al liderazgo de Ben Gurion. Es un símbolo natural de la derecha israelí,
particularmente del Likud, la expresión político-partidaría más próxima al
Beitar. Incluso Benjamín Netanyahu ha
incluido en sus arengas políticas el “¡Yalla
Beitar!”, grito popular de la porra, para acercar simpatías de la
fanaticada beitarista. (Curiosamente,
como nota que se escapa por la banda izquierda, la palabra Yalla es una de las aportaciones del árabe al hebreo cotidiano y
moderno). Avigdor Lieberman, actual
ministro de Defensa, se refirió al BTY como un equipo del pueblo, de “protesta
contra el establishment, el núcleo
duro del movimiento nacionalista israelí”.
Fuente: Facebook oficial de מועדון הכדורגל בית"ר ירושלים - F.C. Beitar Jerusalem |
Beitar Trump Yerushalaim cuenta con un grupo de seguidores llamado
“La Familia”, cercano a políticos de extrema derecha y se identifica con el
movimiento Kaj, que fue fundado por Meir Kahana bajo una plataforma racista y
teocrática. Antes de iniciar los juegos,
se ve a jugadores recitar el Shemá y
sus fanáticos celebran goles besando rollos de la Torá. La combinación de política-religión-fútbol
sería una expresión curiosa y folclórica, salvo por una gran excepción: El ADN
identitario del BTY es particularmente excluyente. Jugadores y seguidores de jactan de que este
equipo nunca ha firmado a un jugador árabe-musulmán (palestino ciudadano de
Israel), a pesar de que más del 20% de la población de Israel lo es. Es una forma de afirmarse como un equipo “judío”
para lo que entienden como Estado “judío”.
Una de las porras que “La Familia” canta con singular alegría, dice: “¡Aquí
estamos, aquí estamos el equipo más racista del país!” y la rematan con gritos
de “¡Miljamá, miljamá!” (¡Guerra, guerra!) apenas el árbitro da el silbatazo
inicial.[1]
Para la temporada 2012-2013 la
directiva del BTY contrató a dos jugadores musulmanes de Chechenia que fueron
verbalmente agredidos porque atentaban contra la “pureza” del equipo. A pesar de los goles anotados, ambos
abandonaron Israel al final de esa temporada.
El primer tiempo culmina con un remate desviado: la directiva del Beitar
agregó el apellido de Trump a su nombre como un homenaje “a su valor y amor
verdadero al pueblo de Israel” tras reconocer a “Jerusalén como capital eterna
de Israel”.
Segundo Tiempo
El Hapoel Katamon
Yerushalaim (HKY) es un equipo joven, fundado apenas en 2007 por un grupo
de seguidores del Hapoel Yerushalaim
desencantados por los manejos administrativos.
De hecho, los dueños del HKY son los propios seguidores y fanáticos del
equipo que pagan una cuota anual y toman las decisiones más importantes,
incluyendo la contratación de jugadores.
HKY se describe a sí mismo de
tener “una fuerte visión social orientada a la educación sobre la no violencia
en el deporte; luchar contra la discriminación y el racismo; mejorar el diálogo
interno entre diferentes sectores y grupos de la sociedad de Israel”. Un equipo que enfatiza las causas sociales e
ideológicas y los valores como la igualdad, el juego limpio, la denuncia de la
violencia y la convivencia. Más aún, el
equipo Werder Bremen de la Bundesliga se asoció en 2010 con el HKY
para implementar proyectos sociales que le ayuden a combatir el antisemitismo y
la discriminación racial que se manifiestan en las ligas menores del fútbol
alemán.
Fuente: https://www.timesofisrael.com/in-jerusalem-kids-get-a-kick-out-of-coexistence/ |
Entre las cláusulas de
contratación del HKY, los jugadores requieren realizar horas de servicio
social: desde “adoptar” equipos de niños y jóvenes que han sido acosados por
equipos rivales hasta dirigir una academia de fútbol, El Equipo de Iguales, y que
juega en la Liga Vecinal de Jerusalén.
Participan hasta 100 niños y niñas de 10 a 12 años, algunos son religiosos
y viven en los asentamientos judíos en Cisjordania, otros son palestinos de los
barrios árabes de Jerusalén oriental. En
el campo de entrenamiento se borran las diferencias socioeconómicas, de género
y las barreras lingüísticas. La
“iniciativa social” del club además ofrece clases de hebreo para los nuevos
inmigrantes.
Otra costumbre del HKY es cambiar
una vez al año las banderas de los tiros de esquina por la bandera del arco
iris en solidaridad con el Desfile del Orgullo Gay de Jerusalén. En pocas palabras, de acuerdo a Uriel Daskal,
un reconocido periodista deportivo israelí, el Hapoel Katamon Yerushalaim “es como un equipo de un mundo
paralelo. Es propiedad de sus
seguidores, es sustentable, democrático y abierta a todas las razas y
religiones, de las cuales hay muchas en Jerusalén. También invierte en los barrios alrededor del
club. Incluso el Barcelona ha quedado
impresionado con sus programas sociales y comunitarios”.
Tiempo de
compensación (y reflexión) …
Dice la Declaración de Independencia que leyó Ben Gurión el
14 de mayo de 1948: “El Estado de Israel
permanecerá abierto a la inmigración judía y el crisol de las diásporas;
promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes;
estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las
enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de
derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo,
raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y
cultura; salvaguardará los Lugares Santos de todas las religiones; y será fiel
a los principios de la Carta de las Naciones Unidas”.
¿Qué significa la marca Trump frente a la Declaración de
Independencia de Israel? El Estado judío
se fundó con una brújula moral de
principios claramente democráticos sustentados por lo que entendemos como
derechos humanos. Donald J. Trump se ha
“distinguido” por rechazar a “lo diferente”; atacar a migrantes mexicanos,
latinoamericanos y musulmanes; simpatizar con la llamada Alt-Right y su discurso neo-nazi; agredir a países africanos;
halagar regímenes dictatoriales y autocráticos; y tomar distancia de las
democracias liberales, los otrora aliados naturales del país que gobierna. La alta personalización de la gestión pública
en Estados Unidos recuerda más a una dictadura que a una democracia liberal. Esos son los valores que reflejan en la
metáfora del fútbol el sello de Trump. Metáfora que se traslada con un cambio de
juego a la geopolítica y al futuro de Jerusalén como tema medular en un
pretendido acuerdo de paz con el pueblo palestino.
Primer Tiempo Extra
El fútbol es un negocio que toca fibras identitarias y que
es eficaz para toda una industria de patrocinadores y empresas locales y
globales. No sólo se trata de exaltar el
orgullo por colores particulares. Alguna
vez la euforia nacional desbordó un estadio y llevó a la guerra a Honduras y El
Salvador.
El fútbol también puede ser un
vehículo para construir un anhelo más amable de la amalgama social que se basa
en la integración, la pluralidad y la diversidad. Galeano lo llamaría “metáfora” y desde ahí
trascendería la relatividad de su importancia que propone Valdano. Un rápido ejemplo: en el pasado mundial de
Rusia 2018 las selecciones de Francia y Bélgica destacaron por reflejar en su
integración a jugadores de ascendencia africana.
Otro ejemplo, quizá menos
conocido, es la selección de fútbol de Israel, que se quedó con las ganas de
jugar el 9 de junio contra la Argentina de Messi (la motivación política de la
ministra de Educación y Deportes de Israel es tema para otro momento). Para ese
partido habían sido convocados por el entrenador israelí siete jugadores
palestinos y uno circasiano. Todos ellos
musulmanes ciudadanos de Israel enfundados en los colores de la selección de
fútbol israelí: un portero (Mahmud Kandil); tres defensas (Taleb Tawatha, Ayid
Habshi y Loai Taha); dos volantes (el capitán del equipo, Vibras Natcho y Beram
Kayal); y dos delanteros (Dia Saba, Munas Dabbur).
Segundo Tiempo Extra
Si la Declaración de Independencia de 1948 es aún vigente, la
democracia israelí depende de reconocer la pluralidad y diversidad de su
sociedad. Un ejemplo vivo es la
selección de fútbol de Israel. Estas
características incluyen también el entendimiento sobre “lo judío”. Garantizar la libertad de culto implicaría
poner fin al monopolio judío ortodoxo autorizado por el Estado y, por ejemplo,
reconocer los matrimonios oficiados por rabinos no-ortodoxos. Salvaguardar los espacios religiosos en
Jerusalén incluye al Kótel, el lugar
más sagrado para el pueblo judío, y su libre acceso para la práctica de las
corrientes judías masortí y
reformistas.
Sólo una minoría de la población
judía fuera de Israel practica su judaísmo en el movimiento ortodoxo. En Estados Unidos (la comunidad judía más
grande después de la israelí), 90% de los judíos se identifica en otras
denominaciones, incluida la masortí.[2] El futuro de la democracia israelí implica el
reconocimiento pleno de los judíos que no viven en Israel, incluyendo los
amplios sectores de México y el resto de los países latinoamericanos.
Penales
Dos equipos saltaron a la cancha, dos equipos con ADN muy
diferente que se materializan en la ciudad de Jerusalén: Beitar Trump Yerushalaim y Hapoel
Katamón Yerushalaim. Los penales no
son un volado. En quienes los ejecutan entran
en tensión una serie de decisiones personales que pueden definir el paso al
infierno o la gloria (ahí reside la metáfora). En el momento definitorio participa la presión
externa del público y también la interna que carga con todo un bagaje histórico
y moral; mítico y real. Usted, amable lectora,
lector, no es un espectador más que apoya a su equipo desde la diáspora de las
gradas. Usted también juega en la cancha identitaria y participa de esta
serie de penales. El trofeo es el futuro
de la democracia israelí. ¿De qué lado
de la cancha decide participar? ¿Qué
realidad quiere construir? ¿Cómo le afecta -como judío masortí- la Ley Básica:Israel como Estado Nación del Pueblo Judío aprobada por la Knésset el 19 de
julio pasado?
* Este artículo se escribió a principios julio de 2018. Una
versión más corta apareció en la revista Enfoque
#4, septiembre 2018 / Tishrei 5779, de la Comunidad Bet El de México.
[1] El
documental Forever Pure que está en
Netflix da cuenta del ambiente de discriminación que acontece en este equipo de
fútbol israelí.
[2]
Ver los resultados publicados en 2016 del estudio sociodemográfico realizado
por el PeW Research Center: Israel’s
Religiously Divided Society: http://www.pewresearch.org/fact-tank/2016/03/15/unlike-u-s-few-jews-in-israel-identify-as-reform-or-conservative/.