sábado, 9 de julio de 2016

Café Turco

CAFÉ TURCO

José Hamra Sassón
Exsilium, julio de 2016

Suspendido en el tiempo, que no desborde.  Suspendido, inquieto.  Calor hasta al instante previo.  Llanto contenido.  Con la mirada cristalina apuntando al fondo.  Amargura asentada.  Intragable.  Intratable.  Asentada, presente.  Desechable y perpetua.  No, no hay presente.  Sacia el impulso de revolcarse en ella.  Amargura que se bebe.  Que repliega, atraviesa.  No endurece.  Perdura.  Se mantiene tristeza.

Amargura que no se lee para no despertar recuerdo ni pena.  Los profetas lo prohíben.  Desecha cualquier atisbo.  Erradícala.  Quizá así la mancha a la sangre ceda.  Escóndela tras tu sonrisa con la que dibujas nuestra dulce nostalgia.

Tantas veces te vi frente a la hornilla sin que me veas.  Un cigarro en la boca, el pocillo cobrizo, agua, una o dos cucharadas de amargura.  La remueves hasta que parezca que fluya.  Lágrimas hasta el borde de la mirada.  Las retiras.  Una y una segunda vez hasta que la pesadez se asienta en el fondo.  Alejar la amargura de la bulla aunque ésta insista.  Algo, un poco, pasa.  No siempre se puede.  Un vaso, soledad de uno, y el diario interminable que se repite sin ofrecer novedad alguna.

Bebes y fumas.

Trago tras trago tras trago.

Trastrago.

Trastrago…